Tengo muchos problemas, pero si hay uno que no me dieron al nacer fue ser impuntual. Estaba lista a las 19, y ¿cómo no estarlo?. Era la primera fiesta a la que me invitaba el grupo al que siempre deseé pertenecer. Ese al que todos veían con admiración. Yo, particularmente, quería el cabello de Darry, y su estilo. También me gustaba como todas las miradas se concentraban en ella cuando llegaba, yo quería eso. ¿De qué sirve estar si el otro no te ve? ¿Cómo sé que existo y que soy real si las personas a mi alrededor no me reconocen?.
Todo iniciaba a las 11 y yo vivía a sólo 3 cuadras, era absurdo. Tenía que esperar 3 horas, o un poco más. No quería llegar primera y quedar como novata en esta oportunidad que me regalaban de ser vista. Ya que la espera sería larga, me puse a leer ‘’Maybe Someday’’ para pasar el rato, nunca voy a decir que ‘no’ a volver a libros que son hermosos y me permiten vivir aventuras extraordinarias que creo no merecer.
Las horas pasaron absurdamente rápido y se hicieron las 11:15hs ya era prudente, me iba a ver experimentada en que no se llega temprano, era obvio. Además, estaba vestida chill, me encargué de armar un outfit que no demostrara que le daba demasiada importancia, pero que tampoco transmitiera que no sé nada de moda. Todo estaba fríamente calculado para que ese día se dieran cuenta de que siempre pertenecí.
Salí de casa y fui caminando hasta la casa de Darry. Cuando llegué llamé y no tuve respuesta. Sólo pensaba en que obviamente todavía se estaba alistando y no había llegado nada, para mí era obvio. Darry no era la chica que estaba lista temprano y el grupo tampoco. Me quedé sentada por unos 30 minutos y volví a llamar. Una vez más, sin respuesta. Pasaron 2 horas. Me rendí y me fui, pensé en que quizás no había anotado bien el número y yo era una simple extraña escribiéndole. Así que le dejé un mensaje: ‘’Darry, soy Cornelia, estuve esperando abajo y te escribí, disculpa que me tuve que ir’’.
Caminé, caminé y caminé por Cabildo. No sabía hacia dónde iba, sólo tenía claro que no podía llegar a mi casa y decir que al final no hubo fiesta. Seguí caminando y me crucé con un amigo lejano. De esas personas con las que hablas muy poco, pero siempre un placer encontrarse y charlar temas aislados y sin tanto sentido. Dudé en saludarlo. Al final, me acerqué y él con mucha simpatía me sonrió, me abrazó y siguió caminando junto a mí. Íbamos en la misma dirección, la diferencia es que él tenía un destino. Yo sólo tenía un autoconcepto destruido y la ilusión de ser vista.
Sonó mi teléfono y era Darry. ¡Claro, se desocupó y obvio, recordó que se había olvidado de mí! Su respuesta fue dura, oscura y proveniente de un agujero negro: ‘’¿En serio te creíste que te iba a invitar a mi fiesta? Cornelia, nadie queda bien si anda con vos’’. Me quedé en silencio, mis ojos se inundaron de tristeza y de ganas de querer estar en casa arropada repitiendo que era obvio, que era mentira, pero ¿Por qué tenía que ser obvio? ¿Por qué las personas no querrían compartir conmigo?. Soy amable, divertida, me gustan los animales, tengo historias increíbles para contar, ¿O es todo lo que me digo para creer que merezco que me vean y me sumen? ¿Cómo sé que soy todo eso si no me veo a través de otros?.
Lou, mi amigo lejano, sólo me veía y me preguntaba si había algo en lo que me pudiese ayudar. Yo sólo pude decirle que tenía que irme y lo abracé. Me tomó de la mano y me ofreció llevarme. Tuve que confesarle que no sabía a dónde iba, que fui a una fiesta a la que me invitaron, pero al final era una mentira. Me abrazó y me ofreció ir a tomar un té a su casa y me cuestioné aceptar, ¿Y si era mentira?. Pero dije que sí, llegamos, me preparó un té y sólo estuvimos en silencio por más de dos horas. Yo sólo podía llorar tirada en el piso de su sala. Él sólo trajo té en ese tiempo. Rompió el silencio diciendo: ‘’’no existe nada más valioso que lo que eres hoy y quien no quiera sumar eso a su vida, te hace un favor’’.
Lou es fotógrafo. Si algo tienen los fotógrafos es la capacidad de poder ver cosas que nadie ve. No es a través del lente que ven. Es a través del alma. Tienen un poder que no comparte con ningún otro ser humano en la tierra. Pueden capturar eso que tiende a perderse en lo cotidiano, y no hay detalle que no puedan admirar. ¿Quién puede hacer eso? Nadie. Quienes se dedican a la fotografía nos dejan huellas de su alma que nunca van a contar con palabras, ni mostrar con su cuerpo, porque hicieron una obra de arte para invitarnos a encontrar esa esencia. No te la ponen fácil, pero el recorrido te mima el alma.
Sí, Lou me decía eso, era por algo. No quiere decir que sea verdad, pero algo muy dentro de mí confiaba en él, en su mirada. Ustedes no conocieron su casa, pero yo, que estuve ahí, es realmente un hogar. Es cálido, abraza cuando pisas y te regala diferentes universos en las paredes porque tiene sus fotos, es decir, sus huellas marcadas en cada pared.
Le di un abrazo y le dije que me gustaría que se pudiese quedar en mi vida. Su respuesta fue que no pretendía moverse de ella, y mi tiempo allí había terminado. Cuando me atraviesan frases y me dejan preguntas me tengo que ir. Me toca elaborar, pensar, desmembrar todo. Le dije que me iba, me acompañó a la salida y me dijo que volviera siempre que quisiera.
Caminé, caminé y caminé por Cabildo de regreso a casa. En el camino hice lo que correspondía, tomé mi teléfono y le escribí a Darry un mensaje corto, pero que transmitía mi verdad y lo que se merecía ‘’Maldita perra’’.
😳PD: está vez un cuentito para pasar el domingo.
Simplemente lo amé.